Por Andrés Aganzo, publicado en Getafe Capital, el 21 de marzo de 2020.

«Hacer de la interrupción
un camino nuevo,
del miedo una escalera,
del sueño un puente.»
F. Pessoa

La OMS (Organización Mundial de la Salud) describe los coronavirus como una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves. Asi fueron al menos las tres grandes epidemias anteriores (Ébola, SARS, MERS), que se suceden a un ritmo cada vez mayor. Ahora nos enfrentamos a la pandemia del coronavirus (COVID-19). La OMS recomienda una serie de medidas que van desde la escala personal, como lavarse las manos con frecuencia (…), hasta la más importante que es “quedarse en casa» para romper la cadena de contagios. El gobierno asume una serie de medidas en coherencia con el diagnostico de la dimensión de la pandemia. El “plan de choque» decretado prevé movilizar cantidades extraordinarias de recursos económicos e infraestructuras para ayudar a familias, trabajadores, autónomos y empresas y especialmente a los hogares más frágiles, ante el frenazo de la actividad en todas sus dimensiones. Además de que personas, hogares, empresas, e instituciones deberemos hacer de la necesidad virtud.

EL SISTEMA SANITARIO “EL VALOR DE LOS COMÚN”

Nunca como hasta ahora habíamos valorado tanto nuestro Sistema Nacional de Salud público, así como la profesionalidad y generosidad de sus profesionales en sus diferentes funciones.  Ello forma parte de la espina dorsal del país para afrontar la situación extraordinaria como la que estamos viviendo. Y viene a certificar que el interés general es de rango superior al «individualismo posesivo» del liberalismo imperante, que tantas veces nos repite que el dinero «donde mejor está es en el bolsillo de cada uno». La fortaleza del Estado es el mejor garante y protector del «nosotros comunitario» sin que por ello perdamos un apice de libertad. La categoria central de la comunidad «es la protección al débil», que nadie quede al margen de los bienes comunes.

EL VIRUS DEL NEOLIBERALISMO

La expansión del «virus» neoliberal desde los inicios de los años ochenta, viene aplicando politicas de desmontaje de «lo publico» en aras de la globalización neoliberal, cuya máxima expresión se concretó en el llamado Consenso de Washington (1989). 

Propone 10 puntos, que enumerados de manera sintética son: 

1. Disciplina presupuestaria de los gobiernos. 

2. Reorientar el gasto gubernamental a áreas de educación y salud. 

3. Reforma fiscal o tributaria. 

4. Desregulación financiera. 

5. Tipo de cambio competitivo. 

6. Comercio libre entre naciones. 

7. Apertura a inversiones extranjeras directas. 

8. Privatización de empresas públicas. 

9. Desregulación de los mercados. 

10. Seguridad de los derechos de propiedad. 

La desregulación y el libre mercado recorrieron el mundo. En España la Ley 15/1997 del Partido Popular abrió la puerta a la privatización directa de la gestión hospitalaria con el falso argumento de la eficiencia. Años más tarde con el pretexto de la crisis (2008) se impulsaron los recortes de financiación de los hospitales públicos al mismo tiempo que se transferian recursos a los hospitales de gestión privada (Quirónsalud), lo mismo aconteció con las políticas del medicamento a favor de la industria farmaceutica (Grifols). Y así todas las áreas del bienestar: la vivienda, la enseñanza, el agua, la investigación, los alimentos… todo ello es observado por los intereses de lobbies económico-financieros como una oportunidad de negocio. 

APRENDER LA LECCIÓN: «NO REPETIR ERRORES”

Es fundamental para la sociedad tener un Sistema Nacional de Salud público de calidad. Habrá, por tanto, un antes y un después de esta pandemia. En lo económico, en lo político, en la industria, en la movilidad, en la cadena alimentaria y, lo que debería ser más importante, en el comportamiento social e individual. Es necesario tener muy presente -recordando crisis recientes- que las epidemias dañan en primer lugar a las personas y hogares más vulnerables: personas mayores, inmigrantes, menores tutelados, personas sin hogar o en riesgo de exclusión social, trabajadores con empleos precarios, etc. 

El virus nos ha enseñado la fragibilidad de un sistema económico (mundializado) muy dependiente de sus cadenas de producción y deslocalización centradas principalmente en Asia. Nos ha mostrado la importancia de que cada país recupere su Soberanía Alimentaria y no dependa de las grandes corporaciones de negocios. Al mismo tiempo nos muestraen «tiempo real» la cadena de contagio (tambien informativa) entre diferentes y lejanos territorios.

Estamos ante un sistema productivo mundial basado principalmente en el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas…), que necesita, cada vez con mayor intensidad, la destrucción de hábitats que son una amenaza de extinción para muchas especies, plantas medicinales, animales y ecosistemas, en suma, mutaciones virales que ahora mismo, están sacudiendo el mundo. Estamos ante un modelo de insostenibilidad que tiene su máxima expresión en el cambio climático, el calentamiento global, y la contaminación de algunos de sus escenarios más complejos que hacen posible la vida. Otra lección más de esta pandemia está siendo el aprendizaje de nuevas herramientas tecnológicas, dispositivos para relacionarnos con la familia, las nietas o los hijos, el teletrabajo o la educación a distancia, entre muchas otras, además de introducirnos en un mundo de incertidumbre con ausencia de dogmas. 

Hoy tiene más sentido que nunca la sentencia de Ted Perry, inspirado en el jefe Seattle. «Esto sabemos. Todo está conectado como la sangre que une a una familia…Lo que acaece a la tierra, acaece a los hijos e hijas de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; es una mera hebra de esta. Lo que le haga a la trama, se lo hace a si mismo». Aquí tiene todo su valor, la sociedad del cuidado «una sociedad que se hace cargo de sí misma», de sus sufrimientos, fragilidades y esperanzas y, por tanto, moviliza todas sus potencialidades y redes.  Hacia un nuevo modelo social con una única dirección: cuidar del nosotros, cuidar la Tierra, cuidar la Vida.

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